Todo empieza con una idea y una fecha. Después viene la logística: ¿cómo se monta?, ¿dónde se cambia el equipo?, ¿quién se encarga de que la entrada esté lista antes de que llegue el primer invitado? Esas preguntas no siempre aparecen en la primera reunión, pero son las que determinan cómo va a salir todo lo demás.
En Wololó, tenemos claro que un buen espacio sin estructura de apoyo es solo eso: un lugar bonito. Por eso, trabajamos para que lo esencial esté previsto.
Lo hacemos cuando habilitamos un acceso alternativo para que el montaje pueda comenzar mientras en otro rincón se graba en silencio. O cuando un equipo de producción necesita un plano fijo desde la terraza, y preparamos la instalación eléctrica y el anclaje sin que lo hayan pedido por adelantado. También cuando una marca necesita tener todo montado y desmontado el mismo día —sin margen— y no hay tiempo para imprevistos.
Entre los servicios que ofrecemos están; personal de apoyo, mobiliario, operadores técnicos, animación, limpieza. Pero lo que nos importa no es la lista, sino cómo se usa: una barra puede ser una recepción, un punto de bebidas o parte de un decorado; una pantalla puede ser contenido de marca o escenografía; un equipo puede cambiar de tarea tres veces durante una jornada. Lo hacemos.
Nos han pedido —literalmente— separar el espacio en dos zonas con timings distintos, montar una demo en directo junto a una zona de showroom sin solapamiento, o habilitar una “sala invisible” para ensayos que nadie debía ver. Son peticiones reales, que resolvimos sin detener lo que ocurría fuera de escena.
Nuestro trabajo no es ofrecer más, sino estar donde hace falta cuando se necesita. A veces eso implica prever cosas que aún no están en el guión.
Los mejores eventos no siempre se miden por lo espectacular, sino por lo fluido. Y en Wololó, todo lo que no se nota —pero sí se sostiene— forma parte de lo que ofrecemos.